lunes, 14 de diciembre de 2009

Habitación 302: Un hombre


Me agacho a recoger mi herida,
se me escapa de las manos.
Huele a mortaja e incienso.
Huele a la nada y al suelo.

Un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer,
al menos eso me grito
en este sucio momento.

Lo maté.
Sí, lo maté,
al menos intenté hacerlo,
juro que intenté hacerlo.

Los hombre son esclavos de los hombres.
La vieja y harapienta justicia clama por un nuevo padre
y yo, mientras pienso,
busco el cadáver infinito
de mi ausencia en el recuerdo.

Un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer
aunque deje su virilidad en el intento.

Flores sordas pueblan el camino
que me conduce a la noche.
Flores ciegas guían mis sueños,
los animales se esconden
y lloran la muerte en silencio.

La eterna muerte diaria,
el eterno sumidero,
la eterna salida cerrada,
la luz que se resbala
y se cuela tan adentro.

Un hombre tiene que hacer lo que cree que tiene que hacer
antes de abrir la boca y matar a un sueño.

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